Se jugaba la Copa Mundial de la FIFA Alemania 2006; Antonio «el Turco» Mohamed viajaba en una casa rodante con cuatro personas, una de ellas era su hijo Faryd, de apenas nueve años. Seguían a su selección argentina. Un accidente automovilístico segaría la vida de su pequeño. En momento de gran dolor, Mohamed, le prometió a su amado niño ascender al Huracán a la primera división de Argentina y campeonizar a Los Rayados de Monterrey en México.
En el 2007 le cumplió la primera promesa; el 29 de diciembre del 2019, la segunda. «Mi hijo nació en México, era fiel a la mascota del equipo y todas las fotos que tengo de él son con la mascota saliendo con el Monterrey», declaró Mohamed en el 2011. Durante cuatro días, en la dolorosa agonía del niño, el sueño del hijo y la promesa del padre los unió espiritualmente; el camino fue difícil, pero las cicatrices en el alma se transformaron en enseñanzas de alto valor…
Fe. Durante los partidos finales, Mohamed no se separó de un rosario que le recordaba a su hijo. El día de la gran final, visitó la Basílica de Guadalupe. En el instante en que Los Rayados sellaron su campeonización, se aferró al rosario: su llanto conmovió a todos. Reconocer que no se posee el control absoluto, creer en la guía de una fuerza superior habla sobre su don de la humildad.
Perseverancia. El Turco fue jugador del Monterrey (1998-2000). En dos ocasiones, el fracaso le impidió cumplir la promesa hecha a su hijo. No obstante, apenas nueve días después de alcanzar el tercer lugar en el Mundial de Clubes de la FIFA Qatar 2019, jugando de visita en el Azteca contra el América, y luego de ir perdiendo 2 a 0, su equipo se aferró al sueño; él a la promesa a su hijo.
Inspiración. «Sin embargo, al segundo tiempo, hizo que la ilusión de Faryd llegara a cada uno de los jugadores, algunos no lo conocieron, sino es que la mayoría, pero sabían esa anécdota… Fue cuando, desde algún lugar del cielo, Faryd conectó con sus jugadores y los llevó a la victoria…», destaca una nota periodística en México. Una vez más, el impulso nunca viene de afuera; es decir, cuando es un anhelo superior el que junta a las personas, ellas multiplican su potencial.
La historia de este campeón es la de muchos que, como él, son leales a las promesas ofrecidas a personas o causas y, más aún, se aferran a su cumplimiento por encima de los infortunios. Le dan a su palabra un valor íntimo e inclaudicable. Faryd sonríe y celebra ver su sueño concretado de la mano de su padre. De igual modo, en la vida cotidiana, en el ámbito empresarial y en el deportivo —incluso muchas veces sin percatarnos— somos «socios» del sueño de otros…
Mohamed jugó en diez equipos, entre ellos en la selección de Argentina. Además, hasta el 29 de diciembre 2019, con altibajos, ya había dirigido a nueve. Durante trece años (2006-2019), abrazó su promesa y se preparó para cumplirla. Dicho de otro modo, cuando el compromiso es profundo, los reveses en el camino se ven pequeños. Igualmente, los dirigentes y los miembros de las organizaciones deben saber que el tamaño de su éxito se mide por el de sus anhelos; de ahí que, antes perder el impulso, han de compararlos con eso que algunos llaman «problemas».
A propósito de vidas que nos inspiran, ¿quién le inspira a usted?, ¿a quién inspira usted?